Como fiel guardián de la ciudad, Monumento Nacional, se erige El Castillo, antigua fortaleza convertida en una de sus atracciones turísticas que permiten desde su mirador apreciar buena parte del entorno, así como la bahía y el bien llamado yunque, caprichosa elevación montañosa que por obra de la naturaleza semeja ese instrumento.
El Matachín, otra fortaleza que burla los años, constituye en la actualidad un museo donde se muestra una buena parte de la milenaria historia que envuelve a la región.
Acogedor y muy cercano al aeropuerto se encuentra el hotel Porto Santo. A unos metros del lugar ancló Cristóbal Colón en su primer viaje a América y quedó impresionado por todo lo que sus ojos apreciaron en aquel primer contacto entre dos culturas bien distintas.
La Rusa, edificación surgida en la primera mitad del pasado siglo, es otro de los hoteles destinados al turismo. Pequeño, pero confortable y caracterizado por el trato de sus empleados, hacen de la instalación una de las preferidas.
El paso inexorable del tiempo ha permitido un acelerado desarrollo. El municipio se ha convertido en zona de pesca por excelencia.
Quienes practican el buceo tienen el privilegio de adentrarse en el bolsón de su bahía y desde allí observar restos de galeones y naves que duermen en el misterioso mundo submarino sin que nadie pueda arrancarle sus secretos.